Crecí en el ensueño de un mundo de lobos que me regalo Rudyard Kipling, viendo la selva que me rodea, en este pequeño paramo donde decidí vivir, me vino a flor de piel la necesidad de contar como sería ese mundo en el espacio maya, cuando los hombres aun no cambiábamos la faz de la tierra con nuestras casas, carreteras y construcciones.
De ese fantasear, nacen mis personajes, que hablan sin palabras, y solo a la sabia anciana de las selvas húmedas le doy la voz para que nos cuente su universo hace ya muchos años.
Espero que este cuento les guste, y mas que buscar inculcar un pensamiento budista, los lleve a reflexionar de lo corto que es nuestro paso en este increíblemente largo juego de la vida que va más allá de nuestro ego como especie.