El origen de la zarzuela lo encontramos en el siglo XVII, con la zarzuela barroca, nacida por el gusto de introducir música a determinadas piezas teatrales. El teatro profano se fue abriendo paso en la corte y en los ambientes nobiliarios con serias dificultades fomentadas por la extrema severidad impuesta por la Iglesia, aunque no de forma unánime, pues si bien predominaba la hostilidad, algunos grupos religiosos como los jesuitas adoptaron el teatro como método pedagógico y daban impulso a las representaciones religiosas. A finales del siglo XVII empezaron a introducirse los oratorios en las Iglesias. Las parroquias y catedrales se llenaron de instrumentos musicales que constituyeron las primeras pequeñas orquestas de las ciudades. Desde 1650 a 1790, aproximadamente, tras un paréntesis, desde 1845 a 1965. Así, podemos decir que la zarzuela es la variedad española de teatro musical hablado y cantado a la vez, y por lo tanto equivalente en cierto modo a la ópera- comiquee francesa, al singspiel alemán, a la ballad-opera o masqueinglesa. Los textos de Calderón, como El jardín de Falerina (1648), El golfo de las sirenas (1657), El laurel de Apolo (1658), La púrpura de la rosa(1660) y Celos aun del aire, matan (1660) fueron los primeros en ser zarzuela. Con la construcción del Teatro de la Zarzuela en Madrid en el 1856 con capacidad para 2000 personas se demuestra la apuesta empresarial para este género. Será la Obra “El barberillo de Lavapiés” de Barbieri se salva el teatro y con el este género tras una fuerte crisis económica que afectó el País. El auge de la zarzuela y su fama le llegó en el siglo XIX, a partir de 1839, con varios músicos entre ellos destacan Francisco Barbieri y Emilio Arrieta Los más famosos eran los cuplés. El engranaje de la obra siguió siendo el mismo: números hablados, cantados, coros, que se aderezan con escenas cómicas o de contenido amoroso que, generalmente, son interpretadas por un dúo. Abundaba el género costumbrista y regionalista y en los libretos se recogía toda clase de modismos, regionalismos y jerga popular para asegurar que la interpretación fuera un éxito. Surge también en Cuba partiendo de la tradición musical del teatro vernáculo en el 1927 en el teatro Regina con la Zarzuela de Ernesto Leucoma y Eliseo Grenet o La Habana en 1939. Los temas de la zarzuela cubana describían imágenes y costumbres de la época colonial, utilizando las suaves cadencias musicales que dan a Cuba tanto reconocimiento mundial. Tema popular era el señorito rico, hijo del dueño del ingenio, que aunque comprometido con una joven de su clase, cortejaba a la joven mulata, zalamera y atrevida, con quien tenía amores prometiéndole matrimonio.