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Primera lectura

Am 8, 4-7

Contra los que “compran al indigente por plata”

Lectura de la profecía de Amós.

ESCUCHEN esto, los que pisotean al pobre

y eliminan a los humildes del país,

diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva,

para vender el grano,

y el sábado, para abrir los sacos de cereal

—reduciendo el peso y aumentando el precio,

y modificando las balanzas con engaño—

para comprar al indigente por plata

y al pobre por un par de sandalias,

para vender hasta el salvado del grano?».

El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob:

«No olvidaré jamás ninguna de sus acciones».

Palabra de Dios.

Salmo

Sal 113(112),1-2.4-6.7-8 (R. 9,19a)

R. Alaben al Señor, que alza al pobre.

V. Alaben, siervos del Señor,

alaben el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

ahora y por siempre. R.

V. El Señor se eleva sobre todos los pueblos,

su gloria sobre los cielos.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,

que habita en las alturas

y se abaja para mirar

al cielo y a la tierra? R.

V. Levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para sentarlo con los príncipes,

los príncipes de su pueblo. R.

Evangelio

Lc 16, 1-13

No pueden servir a Dios y al dinero

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo:

“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.

El administrador se puso a decir para sí:

“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:

“¿Cuánto debes a mi amo?”.

Este respondió:

“Cien barriles de aceite”.

Él le dijo:

“Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.

Luego dijo a otro:

“Y tú, ¿cuánto debes?”.

Él contestó:

“Cien fanegas de trigo”.

Le dice:

“Toma tu recibo y escribe ochenta”.

Y el amo alabó al administrador injusto, porque había

actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.

Y yo les digo: gánense amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando les falte, los reciban en las moradas eternas.

El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.

Pues, si no fueron fieles en la riqueza injusta, ¿quién les confiará la verdadera? Si no fueron fieles en lo ajeno, ¿lo de ustedes, quién se lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No pueden servir a Dios y al dinero».

Palabra del Señor.