Decían que por las noches lo veían cabalgar con bultos extraños hacia la montaña. Que era amable con los niños y que curaba a los pobres sin cobrarles. Que había comprado una finca por la zona a un precio muy bajo y la había decorado de manera exquisita. También lo llamaban El vampiro de Galipán o el Dr. Frankenstein del Caribe.
Trabajó voluntariamente en los hospitales de Sanidad y Militar de La Guaira. “Ofrezco servir gratis el destino de Médico Cirujano del Hospital Militar, sin que por esto preste mis servicios a los enfermos con el mismo interés o mayor del que he prestado recibiendo remuneración (…) el sueldo más bien atenúa la satisfacción que se experimenta de salvar la vida de un infeliz o de conservar para la Patria uno de sus baluartes”, escribió en una carta dirigida al Gobierno de la época. ¿Quién era este sujeto del que poca memoria queda ya?