Importa más lo que menos cuesta. Brillan más las joyas en la oscuridad.
La riqueza se alcanza con nuestras peleas fundamentadas y valientes. Solo así obtenemos sabiduría, estabilidad, fe, solidaridad.
Establece luchas en tu vida y peléalas. Escógelas y gánalas. Decide hacer de lo ordinario lo extraordinario. Opta por conocerte con plenitud para usar tus ventajas y habilidades contra la adversidad.
Si la vida es una lucha, ¿puede disfrutarse?
No es solo una posibilidad, sino una orden. Los momentos no vuelven, no se recrean. El arrepentimiento es, sin duda, una de las peores guerras porque se pelea contra uno mismo y no se puede ganar.
La vida es una lucha que se puede compartir y gozar. Es una batalla constante por escoger lo positivo sobre lo negativo. Sobre todo, la vida es una pelea por construir edificios altos, muy altos, cuya sombra de legado jamás te pueda mostrar su final.