Ser la voz
Hijo, hija, puedo aligerar tu vida. En eso me ocupo, en eso trabajo. Me estoy convirtiendo para ustedes en la voz de un amigo que sabrá atenderlos. Los quiero impulsar. Los ayudaré a comprenderse.
Hijo, como yo, sé que cargas con muchos defectos y virtudes que no te corresponden. Las
virtudes serán guías en tu camino. Por otro lado, los defectos son invisibles, pero pesados.
Merman en nuestra postura, nos joroban y nos lastiman. Yo lo he visto en mi sombra y no quisiera verlo en las suyas.
Por eso me esfuerzo, hijos míos, para que los defectos no los jalen al suelo, no los separen de sus metas.
Sé que puedo aligerar sus trayectorias. Sé que es posible y sé que lo haré. Estoy convencido y comprometido. Entre ustedes y yo convertiremos este peso extra en un puñado de ilusiones y sueños para compartir y para alcanzar.
Podemos nacer para algo o hacernos para algo y, si a nosotros nos toca hacernos, lo haremos con la frente en alto. Ustedes son la voz que necesito escuchar para luchar.
Nos toca hacernos y ese trayecto solo es posible con la constancia. Este valor es el fuego que forja el metal de nuestro carácter.
