Yo no me sé estar quieta por fuera, yo soy muy calmosa por dentro. Disfruto lo lenta que soy, con gran poder transformador. Los dibujos, esculturas, muebles y las forjas que me brotan muy, muy, lento de las manos, confrontan la paciencia del comprador. Soy cultura maya dormida en la cabeza, pero presente en cada una de las obras que produzco. Soy parsimonia y celeridad. Dualidad de astucia controlada. Una arquitecta voraz que a la vez de transformar el entorno en el que vive, es capaz de trabajar en cooperativas textiles, de mujeres mayas campesinas.