El perdón conlleva una importante dosis de compresión, que no tiene por qué ser tan lógica como emocional.
Al perdonar liberamos energía concentrada en forma de rabia, recelo, decepción o cualquier otro sentimiento.
Al perdonar necesitamos ya haber previsto el "a continuación", es decir, qué voy a hacer después de perdonar, además de dar un vuelco a mis sentimientos. Qué voy a hacer en acciones.
El perdón no suele producirse en el momento, es un hecho reflexivo, un cambio del antes de decir perdón.