Entre bordillos, puertas de garaje, aceras y papeleras, era dónde se jugaban las mejores Copas de Europa, improvisadas, contra los de la otra clase, ó de un curso mayor ó menor.
Allí estaban sus recuerdos de infancia, a los que volvía en los peores momentos, cuando el presente le superaba. Esa niñez, que como definía el poeta Rilke, era su auténtica y única patria.
Es la de Rilke una patria bien distinta a la de la novela de Fernando Aramburu, a la de la serie del famoso canal de streaming, dónde el escenario es un conflicto, en el que no existen ganadores.
Patria, es también, la tierra en la que uno ha nacido y pacido, sus paisajes, su cultura, todo aquello que la caracteriza y que acaba por definirnos.
Hoy traemos una imagen en la que lo autóctono tiene especial importancia, se mezcla y empata con piezas de todas partes, y consigue crear un ambiente, que huele a PATRIA.
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