Salomón construyó un templo para Dios. Lo hizo según las Escrituras para agradarlo. Dice la Palabra que su deseo y su propósito estaban direccionados hacia el Señor. Y Dios le respondió. Le dijo: “escuché tu oración y tu súplica”. Le dijo “mis ojos y mi corazón siempre estarán en el templo que me has construido”.