Sin importar nuestra denominación como creyentes, absolutamente todos tenemos algo en común: hemos confesado a Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador. Creemos en la Vida Eterna y en que Él se entregó en la cruz del calvario para redimirnos del pecado.
Por eso, no nos luce ser tinieblas cuando somos hijos de la Luz. No nos luce dejar a Dios en vergüenza si Él habita en nosotros. O es que, ¿no está habitando en nosotros? ¡Sintoniza este episodio y hablemos al respecto!