Si el dolor ajeno te duele como si fuera tuyo. Si las bendiciones que los demás reciben te llenan de alegría, aún cuando precisamente lo que Dios les está concediendo es eso por lo que tú estás orando. Si a la hora de servir, lo haces de manera desinteresada: ¡Te felicito! Estás siendo usado por Dios.
¡Sintoniza y hablemos al respecto!