La inflación ya era un problema antes del conflicto en Ucrania y no es culpa de Putin, porque el problema energético ya se había hecho patente hace meses con una carestía imparable de la luz y de los combustibles. Todos los países del entorno, que no es que sean siempre un ejemplo a seguir, ya han aplicado medidas para atenuar el impacto de la subida de precios de la energía. Pero aquí, don Pedro I se lo toma con calma. Desoye las protestas de miles de transportistas descalificándolos y se dedica a pasearse por Europa con ínfulas de gran estadista para hablar con sus homólogos y erigirse como gran gestor. Los aires que se da este señor resultan cargantes y causan sonrojo. No es el único gobernante que “cuida” su estética pública. Macron, el primer ministro francés, con el que se hace arrumacos Sánchez cada vez que lo ve, se hizo un completo reportaje fotográfico en el Elíseo con barba de varios días y sudadera mostrando con impostura su preocupación por los sucesos de Ucrania. ¡Venga ya, Macron!