Me
niego a retorcer el lenguaje para dar satisfacción a quienes entienden que el
masculino genérico es un atentado contra el feminismo y la mujer. Me niego a
incluir en mi léxico el llamado lenguaje inclusivo. Y, si mi posición le
resulta a alguien ofensiva o considera que atenta contra su dignidad, lo
lamento, pero creo que ese alguien tal vez debiera respetar las opiniones
contrarias a la suya. El respeto, junto a la educación, son virtudes que
siempre han de prevalecer en las relaciones sociales, tanto personales como
profesionales. Los niños son niños y ese “niños” incluye todas las criaturas de
corta edad, que sería la forma políticamente correcta según la ideología que se
quiere imponer. Ese “niños” es la forma concisa y clara para expresarse. Lo
demás son ejercicios alambicados retorciendo el lenguaje que no consiguen más
que cansar al personal tanto a chicos como chicas y como a chiques.
Absurdo