Y también veremos cómo evoluciona ese otro proyecto político que enarbola la izquierda feminista y que personifica esa mujer de sonrisa permanente llamada Yolanda Díaz. A esta gallega, de oratoria cansina y modos artificiosos, la conocían en su feudo galaico hasta que fue fichada por la órbita de Podemos. Iglesias pensó que la mujer tenía carisma, aparte de sonrisa permanente, y apostó por ella tras su marcha del Gobierno. Gracias al empujón la señora ha llegado a ser Vicepresidenta segunda del Gobierno. Pero ha decidido volar sola, porque ella lo vale, e iniciar un proyecto que espera finalizar con la creación de su propio partido político. De momento ha iniciado una campaña que la llevará por todos los rincones de España en un proceso de escucha muy activa, eso dice, para conocer qué demanda la sociedad civil. El lema, que no partido, es muy positivo: Sumar. Eso es lo que Yoli quiere. Sumar adeptos a su iniciativa, que pretende ser la gran alternativa para solucionar los problemas de los españoles. Y la pregunta es, ¿Por qué no comienza a arreglarlos ahora que sí está en el Gobierno de forma activa? En fin, el caso de Yolanda Díaz tiene más que ver con el marketing político que con una propuesta seria y con contenido. La política sin sustancia, vacía, con frases grandilocuentes y lugares comunes; esa, a mi entender, es la alternativa que nos propone la señora Díaz. Al tiempo.