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Hoy quiero compartir con ustedes, lo que ocurre cuando Cristo llega al hogar. Cuando Jesús llega al hogar, algo sucede. Cuando nuestra visita es Jesucristo, todo cambia. Las palabras de Jesús, el amor de Jesús, el tremendo poder que irradia Jesús, al entrar en nuestra casa, la bendice y transforma.

Lucas 19:5 Cuando Jesús pasó, miró a Zaqueo y lo llamó por su nombre: «¡Zaqueo!—le dijo—. ¡Baja enseguida! Debo hospedarme hoy en tu casa».

Esto es lo que sucedió con Zaqueo, aquel recaudador de impuestos y usurero que, siendo judío, servía al imperio romano. Este hombre de corazón duro, avaro y sin escrúpulos, fue alcanzado por el amor del Salvador y desde aquel día, todo cambió para él.

Escuchemos ahora sus palabras. Son las palabras de un hombre verdaderamente arrepentido:

Lucas 19:1 Jesús entró en Jericó y comenzó a pasar por la ciudad. 2 Había allí un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos de la región y se había hecho muy rico. 3 Zaqueo trató de mirar a Jesús pero era de poca estatura y no podía ver por encima de la multitud. 4 Así que se adelantó corriendo y se subió a una higuera sicómoro que estaba junto al camino, porque Jesús iba a pasar por allí.

5 Cuando Jesús pasó, miró a Zaqueo y lo llamó por su nombre: «¡Zaqueo!—le dijo—. ¡Baja enseguida! Debo hospedarme hoy en tu casa».

6 Zaqueo bajó rápidamente y, lleno de entusiasmo y alegría, llevó a Jesús a su casa; 7 pero la gente estaba disgustada, y murmuraba: «Fue a hospedarse en la casa de un pecador de mala fama».

8 Mientras tanto, Zaqueo se puso de pie delante del Señor y dijo:

—Señor, daré la mitad de mi riqueza a los pobres y, si estafé a alguien con sus impuestos, le devolveré cuatro veces más.

¿Qué hizo Zaqueo al ver su pecado? Dio la mitad de lo que tenía, pues su fortuna había sido hecha con el hambre y la opresión de sus hermanos judíos.