5. Dios es inmutable
Inmutable quiere decir que no cambia, que no se puede cambiar ni mudar. Dios ha sido, es y siempre será igual... desde la eternidad y por toda la eternidad. Su carácter o la esencia de lo que él es, no cambia: lo que él es hoy, lo ha sido siempre. El Dios que hoy está con nosotros es el mismo del cual leemos en la Biblia. Tiene el mismo poder, tiene el mismo amor y es igual de santo.
Los seres humanos cambiamos constantemente. Nacemos como bebés, crecemos y nos hacemos más fuertes, pero luego vamos decayendo poco a poco. No solo cambia nuestro físico, también lo hacen nuestro temperamento y nuestras emociones. La Biblia explica algo sobre esa diferencia entre los humanos y la eternidad e inmutabilidad de Dios en el Salmo 103.
Salmo 103:15-18 El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un mundo tan incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno saber que Dios es nuestra roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos podemos apoyar en todo momento.
Salmo 18:2 El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
Malaquías 3:6a Yo, el Señor, no cambio.
Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
"Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación“