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Libres en Cristo

El concepto de libertad es muy valorado entre los seres humanos.

Facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad.

Nos gusta hablar de nuestro derecho a ser libres y a actuar como queremos.

Sin embargo, solo con Jesús podemos tener la verdadera libertad, esa que brota desde lo más profundo de nuestro ser.

Juan 8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

¿Qué significa ser verdaderamente libres?

Ser libre en Cristo significa que Jesús es el Señor de mi vida y que, gracias a su obra en mí, el pecado no controla mis acciones. ¡Esa es la realidad de todo aquel que es hijo de Dios!

Desde el momento en el que permitimos que Jesús reine en nuestras vidas, que nos llene con su presencia y nos transforme, él nos da las fuerzas necesarias para obedecerle.

Con su ayuda decimos no al pecado y a la voluntad de Dios. Dejamos de ser esclavos del pecado y pasamos a vivir la vida plena que Dios anhela para nosotros. ¡Esa es la maravillosa libertad que tenemos en él!¿De qué nos libera Jesús? Veamos algunas de las libertades que podemos disfrutar desde el momento en el que creemos con todo nuestros corazón que Jesús es nuestros Señor y Salvador.

1. De la condenación y la culpa

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Jesús llevó sobre él toda nuestra culpa, nuestro pecado y condenación al morir en la cruz (Isaías 53). Es gracias a su muerte y su resurrección que somos limpios de todo pecado. ¡Solo tenemos que aceptarlo! En él tenemos la oportunidad de un nuevo comienzo aquí y la seguridad de la vida eterna.

Cuando recibimos su regalo de salvación por fe le estamos diciendo que aceptamos su sacrificio a nuestro favor y que sabemos que es suficiente. ¡No necesitamos hacer nada más para ser salvos! Tampoco necesitamos vivir con la carga de la culpa por los pecados pasados. En Cristo tenemos una nueva vida y pasamos a ser criaturas de Dios a ser hijos de Dios, redimidos por él y para él.