Ser un creyente nos ayuda a ordenar nuestra vida en perspectiva con Dios y con los demás.
Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional servicio. 2 Y no os conforméis a este mundo; mas sed transformados por la renovación de vuestra mente, para que probéis cuál sea la buena, y agradable y perfecta voluntad de Dios.
La clave para el correcto crecimiento del creyente es dedicarse a Dios por completo y cada día.
¿Cuál es la verdadera dedicación?
En todas las cartas sus cartas, Pablo concluye con una lista de deberes prácticos que están basados en las doctrinas que ha presentado.
En la vida del cristiano la doctrina y los deberes siempre van juntos. Lo que creemos ayuda a determinar cómo nos comportamos.
No es suficiente para nosotros entender las explicaciones de las doctrinas que nos da Pablo.
Debemos traducir nuestro “aprendizaje” en vida y mostrar en nuestro diario vivir que confiamos en la Palabra de Dios.
La idea principal es si tenemos una relación con Dios, tendremos una perfecta relación con las personas que forman parte del medio en el cual vivimos. Si alguien dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, el tal es mentiroso.
1 Juan 4:20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto?