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“Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados” (Isaías 40).

El tema de la consolación es uno de los más bellos de la Biblia. Comienza a aparecer en la segunda mitad del libro de Isaías, a partir del capítulo 40, que es llamado “el libro de la consolación de Israel”. A partir de aquí el tono de predicación profética cambia. De las fuertes exhortaciones y amenazas de castigo se pasa a un mensaje de consolación y esperanza.

Incluso Jesús dijo en el sermón de la montaña: Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.

¿Cuáles son las lágrimas que Dios quiere consolar? Podríamos decir que tres. 

En este episodio hablamos del primer tipo de lágrimas: las lágrimas del arrepentimiento.