Las lecturas de hoy tienen un tema en común. Se nos presentan las figuras de dos mujeres que concibieron milagrosamente un hijo, por obra y gracia del Espíritu Santo. En la primera lectura se habla de Ana, la madre de Samuel. Ella era estéril, pero Dios obró el milagro. En el evangelio María. No era estéril, pero también concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
¿Pero qué tienen en común las lecturas de hoy? Que ambas mujeres agradecen. En la primera lectura se nos cuenta que Ana, la madre de Samuel, sube con el niño al Templo del Señor y lo presentó. Y ahí hizo una oración de gratitud. En el evangelio se nos presenta el Magníficat, ese hermoso canto de María en el que agradece a Dios “porque ha mirado la humildad de su sierva”.
En estos días ya tan cercanos a la Navidad, la Iglesia nos invita a vivir esta virtud tan importante: la gratitud.
Dice el Papa Francisco: “La gratitud es un rasgo característico del corazón visitado por el Espíritu Santo; para obedecer a Dios, primero debemos recordar sus beneficios”.
Por eso en este día nos podría ayudar preguntarnos personalmente: ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí?