El Papa Francisco nos invita una y otra vez a buscar una Iglesia unida, entendiendo por unidad no un uniformismo en el que todos tenemos que pensar igual o ser iguales, sino la unidad en la diversidad, esa que sabe ver en las diferencias una riqueza, una complementariedad. Implica un esfuerzo, un saber reconocer en los demás un don, un tesoro.
Reflexionemos en este día 34 de la Cuaresma cómo estamos viviendo este aspecto. Si aceptamos a los demás como son y los vemos como un don para nuestra vida personal, para nuestra familia y para la Iglesia, o si por el contrario vemos en las diferencias una amenaza, un peligro. Pidamos a Dios la gracia de corregir lo que haga falta. Pidamos también la gracia de acostumbrarnos a que, antes de pensar qué deben hacer los demás para vivir la unidad, pensemos en qué podemos hacer nosotros para buscar esa unidad.
Agradezco a mi amigo J.O. por la inspiración para esta reflexión a raíz de una fotografía que me mandó. Dios le bendiga siempre.