El profeta Isaías nos explica cuál es el ayuno que agrada al Señor.
Más que un ayuno de alimentos, se trata el ayuno de nuestro egoísmo, de vivir centrados en nosotros mismos. No quiere decir que el ayuno corporal no sea necesario, sino que éste es un medio para recordar que necesitamos ayunar de nuestro egoísmo, a la vez de que el ayuno corporal fortalecerá nuestra voluntad para ser capaces de realizar este ayuno interior más importante.
Isaías termina diciéndonos que si vivimos este ayuno del egoísmo "entonces cicatrizarán nuestras heridas". Esas heridas que nos causan tristeza, amargura, quieren ser cicatrizadas por el Señor. El camino es el ayuno de nuestro egoísmo que nos llevará a realizar obras de misericordia.