Después de la misa de exequias en San Pedro, el cuerpo del Papa Francisco recorrió las calles de Roma en un último abrazo al pueblo. Miles lo despidieron con lágrimas y oraciones. Pero en la escalinata de Santa María Mayor, un grupo especial lo esperaba: migrantes, pobres, personas heridas por la vida, personas trans, cada uno con una rosa blanca. Un gesto sencillo que resume toda su vida: una vida vivida para los pequeños, para los olvidados, para los hijos amados de Dios. En este episodio, contemplamos su último testimonio.