Siempre que entro a una iglesia me fijo en los arreglos florales. Me gusta observar los colores, las formas, las combinaciones. Nunca hay un solo tipo de flor. Siempre hay variedad: rosas, lilis, girasoles, nardos, alcatraces, crisantemos… Y sin embargo, todas juntas componen algo bello, armónico, lleno de vida.Así es también la Iglesia: un solo cuerpo formado por muchos miembros distintos.En este episodio reflexionamos sobre la unidad en la diversidad como clave del corazón católico. Como nos recuerda el Papa Francisco: “La diversidad es bella cuando se arrodilla ante la unidad” (Homilía de Pentecostés, 4 junio 2017).Y como ha dicho el Papa León XIV: “En la Iglesia no hay piezas sobrantes. Todo carisma tiene un lugar, todo corazón tiene un llamado.”