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Description

En su primer discurso como sucesor de Pedro, el Papa León XIV nos regaló una imagen profundamente evangélica: la paz desarmada y desarmante de Cristo resucitado. Una paz que no se impone por la fuerza, sino que transforma desde la humildad; una paz que no grita, pero conquista corazones; una paz que no se arma con razones o poderes humanos, sino que nace del amor incondicional de Dios.

Este episodio es una invitación a revisar con qué armas vamos por la vida y a dejarnos tocar por la lógica desarmante del Evangelio. Porque solo cuando bajamos el juicio, el sarcasmo, el orgullo y el miedo, podemos permitir que esa paz verdadera entre en nosotros… y desde ahí, irradiarla a los demás. Una paz que no se fabrica, sino que se recibe. Una paz que no se impone… pero que termina por desarmar todo lo que no es de Dios.