Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. ( salmo 51:17 ) Reconocer nuestras faltas ante Dios, nos abre a la gracia de su infinito amor y misericordia al concedernos el perdón Él siempre nos busca, toca a la puerta de nuestros corazones. El catecismo nos dice que el poder acercarnos a Dios es iniciativa de El El pecado es una ofensa a Dios.
El salmista escribe: "Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y aquello que ofende a tus ojos, yo lo he hecho." El pecado se alza contra el amor de Dios por nosotros y separa de Él nuestros corazones. Como afirma san Agustín, "el pecado es el amor de uno mismo hasta el desprecio de Dios".
En la Sagrada Escritura encontramos un ejemplo contundente de la misericordia divina y cómo se derrama de forma generosa sobre la reconocida MISERIA HUMANA. Se trata de un texto evangélico del Fariseo y el Publicano, quienes van al templo a orar (Lucas 18: 9-14) Pero no todo esta perdido. Hay una fuente de paz, gozo divino y luz que tú puedes recibir al reconocerte necesitado de Dios.