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Encuentro sumamente curioso la percepción de la sociedad sobre los desequilibrios emocionales y/o mentales.

La preocupación por el dolor físico, el visible, el llamémosle, “medible” es comprendido, aceptado y genera preocupación.

Sin embargo, cuando hablamos sobre ansiedad, depresión, ciclotimia, o cualquier desorden de la psiquis; nos sentimos sumamente incómodos, nos alejamos. Nos resulta un.. inconveniente bastante mas desagradable que si fuese que estuviésemos sufriendo por ejemplo, una diabetes.

¿Por qué? No lo voy a terminar de entender ni compartir.

¿Por qué nos tiene que dar vergüenza, dolor o incluso MÁS preocupación, el hecho de que podemos, en algún momento determinado, no sentirnos bien? Porque no nos cagamos en lo que piense tu jefe, tu colega, tu primo o tu vieja. No tiene nada de malo, estar mal.

Tu jefe, tu colega y tu vieja, todos, en algún momento, ¿Adivina qué? Estuvieron mal.

Porque sabés que, atrás de toda la imagen que mostramos, de la careta de todos los días, de las redes y la foto y la vida perfecta. Esa que crees que entrando en el gram de kylie o kendall, de chiara ferragni o de luna sobrino, esas que las tienen todas…

No.

Porque al fin y al cabo, todos, del primero al ultimo, no somos mas que lo mismo: Humanos.

Con nuestros problemas, defectos, y con todas nuestras virtudes.

Y sabés que más? Te comparto lo que leí en algún libro, (que obviamente, no recuerdo el nombre): Lo bueno de lo malo, y lo malo de lo bueno, es exactamente lo mismo: que tiene un fin.

Así que, cuando estoy mal, siempre me acuerdo que es una etapa. Y que capaz no mañana, capaz no pasado, pero sé con todo mi ser, que voy a estar bien.