Hechos capítulo 8, nos cuenta la historia entrelazada de 3 hombres. Hoy quiero hablar de 2 hombres que son contrastes, son 2 polos opuestos y que pueden ser prototipos de las clases de creyentes que existen hoy en día. En primer lugar, está…
I. UN HOMBRE FIEL: FELIPE
Felipe fue a la ciudad de Samaria, y allí se puso a hablar acerca de Jesús, el Mesías. Felipe era uno de los siete ayudantes de la iglesia. 6 Toda la gente se reunía para escucharlo con atención y para ver los milagros que hacía. 7 Muchos de los que fueron a verlo tenían espíritus impuros, pero Felipe los expulsaba, y los espíritus salían dando gritos. Además, muchos cojos y paralíticos volvían a caminar. 8 Y todos en la ciudad estaban muy alegres. Hechos 8:5-8
Aún hoy necesitamos constructores de puentes como Felipe, hombres y mujeres que lleven el evangelio a territorio hostil y se atrevan a desafiar las enemistades y los pleitos. Usted dice: “mi casa es un campo de batalla, se vive en pleitos, gritos, maltratos, hay enemistad.” Yo le digo: Lleve el evangelio, sea esa embajadora, ese pacificador y marque la diferencia. “A todo el mundo… a toda criatura” es todavía la comisión de Dios para nosotros.
II. UN ASTUTO ENGAÑADOR: SIMÓN EL MAGO
9 Desde hacía algún tiempo, un hombre llamado Simón andaba por ahí. Este Simón asombraba a la gente de Samaria con sus trucos de magia, y se hacía pasar por gente importante. 10 Ricos y pobres le prestaban atención, y decían: «Este hombre tiene lo que se llama el gran poder de Dios.» 11 Toda la gente prestaba mucha atención a los trucos mágicos que realizaba. 12 Pero llegó Felipe y les anunció las buenas noticias del reino de Dios. Les habló acerca de Jesús, el Mesías, y todos en Samaria le creyeron. Y así Felipe bautizó a muchos hombres y mujeres. 13 También Simón creyó en el mensaje de Felipe, y Felipe lo bautizó. Y Simón estaba tan asombrado de los milagros y las maravillas que Felipe hacía, que no se apartaba de él. Hechos 8:9-13
¡Lo que Dios da como regalo, no se compra con dinero! Nunca olvidemos esta verdad. Empezando por la salvación, no se puede comprar, ni ganártela. Es un regalo inmerecido, su gracia. Los dones y capacidades son un regalo del Señor, para que le sirvas, él las entrega a quien le place, no podemos comprar. El Santo ministerio es un regalo de Dios, el llamado a ser sus ministros no se puede comprar, solo se recibe, se obedece y se cuida. No se puede pagar para ser pastor, ni apóstol, ni obispo. Tampoco se los recibe para lucrarse ni negociar con estos regalos del Señor.