La revuelta de octubre es un proceso político y social que aún está en marcha, que significó para los pueblos el empujón para comenzar a avanzar, exigir o generar cambios al modelo, pues este hace agua por todos lados, a través de la desigualdad y la carestía de la población. Pero también significó para el poder un llamado de atención sobre los abusos que se estaban cometiendo, situación que los obligó a retroceder, al menos por un tiempo, en sus prácticas de los 30 años, esto es, la corrupción, el abuso, etc.
Pero pasado más de dos años de la revuelta, el bloque en el poder cree poder re organizarse y comenzar a recuperar el terreno que habían perdido en este tiempo, jugando al “que todo cambie para que nada cambie” como principio; aceptando que ha habido problemas en el modelo, pero manteniendo sus mismas prácticas y perpetuando sus consecuencias.
Una de las áreas que más ha tenido que enfrentar este reflujo es el gobierno municipal, esferas de poder muchos más acotado, pero tremendamente vivo, pues en vinculación con este espacio de poder que los pueblos ven reflejados las medidas del régimen y del partido del orden. Como una forma de enfrentar estas problemáticas, hoy nos acompaña Waldo Valderrama, concejal de la comuna de Antofagasta.