Hay un tema en el que todos debemos coincidir y trabajar de manera prioritaria: el retorno presencial y seguro de alumnos y docentes a las aulas escolares que el Ministerio de Educación ha anunciado será a fines del mes de marzo.
Tras dos años de una ausencia irreparable e irrecuperable en aspectos de aprendizajes, volver a los colegios -y también a las universidades- se hace indispensable si queremos evitar que las nuevas generaciones de jóvenes y adultos tengan menos oportunidades en el futuro y se acreciente aún más las brechas de desigualdad que tiene nuestro país.
Según el MINEDU, 245 mil escolares de primaria y secundaria de colegios públicos y privados abandonaron las aulas en el 2020, y de este total, solo el 38.7% se reincorporó en el 2021. Para el 2022, se corre el riesgo que más de 369 mil menores interrumpan sus estudios nuevamente.
Por su parte, el Banco Mundial ha advertido que el Perú enfrenta la “peor crisis de educación de los últimos cien años”, y el impacto se verá a futuro, ya que lamentablemente la productividad de los jóvenes disminuirá hasta en un 15%, en comparación con las generaciones que siguen y las anteriores. A nivel mundial, se estima que el porcentaje de niños de 10 años que no pueda leer un texto básico podría llegar al 70% en el caso de los países de ingreso bajo y medio, debido al prolongado cierre de escuelas producto de la pandemia, pero también como consecuencia en nuestro caso de una deficiente gestión educativa que arrastramos hace décadas.
Un reciente estudio de alcance nacional que hicimos aquí en la Contraloría General de la República que evaluó el desempeño de la estrategia Aprendo en Casa -en el que participaron más de 125 mil estudiantes de secundaria y docentes de nuestro programa Auditores Juveniles como resultado de veedurías escolares - ratifica las serias falencias y las limitaciones para acceder a la educación estatal en pandemia, incluso advertidas desde el 2020.
Así, el último estudio revela que el 56.5% de docentes usarían la aplicación Whatsapp para impartir las clases virtuales, sin embargo, el 44% de los estudiantes encuestados considera que dicho medio le resulta insuficiente para alcanzar un aprendizaje adecuado y, en un 36.9% expresan que sus maestros solo dedican entre 2 a 4 horas al día en brindar clases en vivo a través de la estrategia virtual. Por otro lado, el 44.5% de los docentes encuestados calificó como “regular” el aprendizaje alcanzado por los alumnos. Sumado a ello, las fallas y limitaciones del internet, el principal medio de comunicación para acceder al programa Aprendo en casa, sigue siendo un problema fundamental a enfrentar por los alumnos.
La enseñanza virtual o remota seguirá vigente, y los gestores de educación deben mantener el esfuerzo por aminorar las brechas de acceso y deficiencias que su diseño y despliegue han evidenciado estos dos años de pandemia. No debemos renunciar a hacer todo el esfuerzo necesario para fortalecer este tipo de programas, no solo en zonas urbanas sino, sobre todo, en las zonas rurales de todo el país.
Los gestores públicos deben tomar con especial atención estas alertas y actuar para reducir la brecha educativa. Hemos perdido dos años, y si bien es indispensable regresar a las clases presenciales y semipresenciales, antes debemos asegurar un retorno eficiente y seguro.
Por ejemplo, los colegios tienen que estar adecuadamente dispuestos, no solo en protocolos de bioseguridad, sino en términos de infraestructura, de gestión y planificación educativa; los maestros tienen que estar disponibles y capacitados; el material y equipo educativo también tiene que estar disponible, el mobiliario y los servicios básicos garantizados.
Han sido dos años en que la atención en educación ha estado enfocada en la enseñanza virtual, pero también durante los cuales los proyectos de mejora de infraestructura y servicios educativos han debido concretarse para asegurar el retorno adecuado de los escolares.