Mola era consciente de que todas las provincias no se hallaban en igual
situación. Unas contaban con guarniciones militares y otras no. Las que las
tenían, los mandos que se hallaban a su cargo, podían estar implicados o no. El
director hizo sus cálculos y entendió que, si se actuaba con rapidez y
contundencia en las zonas seguras, las demás se sumarían al movimiento. Por
ello, en la primera de las cinco instrucciones reservadas que dictó el 25 de
abril podía leerse lo siguiente: “Se tendrá en cuenta que la acción ha de
ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte
y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los
partidos políticos, sociedades y sindicatos no afectos al Movimiento,
aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los
movimientos de rebeldía o huelgas”.