🌀 Cuando pienso en los veranos de los 90…
No habĂa notificaciones.
Ni stories.
Ni vĂdeos en bucle.
HabĂa bicicletas.
El césped de la piscina.
Una Game Boy.
Mi walkman.
Y el libro de Vacaciones Santillana.
Pero sobre todo…
Silencio.
No el solemne de una biblioteca.
Sino uno más vivo.
El de no tener que estar siempre conectado.
El de los dĂas que se estiraban sin culpa.
En ese mundo, éramos dueños de nuestros ratos muertos.
PodĂamos aburrirnos sin ansiedad.
Grabar cintas con canciones de la radio.
Escribir cartas que sabĂamos que nunca enviarĂamos.
El tiempo tenĂa peso. Y ese peso lo hacĂa valioso.
Hoy, todo pasa en tiempo real.
Vivimos en directo permanente.
Y lo que no se comparte… casi no existe.
Hemos perdido algo más que privacidad.
Hemos perdido los ritmos que sostenĂan nuestras ideas, nuestras emociones, nuestras relaciones.
Mientras preparaba esta reflexión, volvà a escuchar un episodio del podcast Gabinete de Curiosidades titulado “La última década lenta”.
Y me tocĂł algo hondo.
Una historia olvidada:
La de River Phoenix.
Cartas sin enviar encontradas tras su muerte.
Silencios que terminaron convertidos en canciĂłn por Michael Stipe (R.E.M.).
Una pausa hecha arte.
Y entonces llega la pregunta incómoda: 👉 ¿Qué perdemos cuando todo se optimiza para la velocidad?
Porque no se trata solo de que nos espĂan.
Como explicĂł Shoshana Zuboff, se trata de que ya no somos los usuarios. Somos el producto.
Un modelo que empezĂł, no con Facebook, sino con el miedo:
📍11 de septiembre
📍Seguridad
📍Consentimientos implĂcitos
📍Y una nueva economĂa: la del comportamiento observado y manipulado.
Ahora, con la IA generativa, esa lĂłgica se acelera.
Ya no solo consumimos de forma automática.
TambiĂ©n producimos asĂ.
Todo más rápido. Más barato.
Pero tambiĂ©n… más vacĂo.
✨ Por eso, valoro más que nunca:
• Las conversaciones sin prisa.
• Las ideas que se cocinan lento.
• Los espacios sin algoritmo.
Porque a veces, lo más revolucionario…
es escribir una carta y no enviarla.
#slowtech #reflexiĂłn #IA #capitalismodelavigilancia #tecnologĂa