Vivimos con la mentalidad de supermercado, donde todo está listo para tomar de la góndola.
Cuando vamos a temas de nuestro ser o nuestras relaciones, no podemos pretender que las cosas estén hechas, debemos trabajarlas. No hay recetas mágicas, y como todo lo que vale la pena en la vida, para recibir, primero hay que dar.