Cuando los sueños se acaban es porque se ha dejado de soñar. Probablemente y hablando en sentido figurado, los ojos ya están abiertos, nos despedimos de la almohada, nos lavamos la cara y continuamos el camino en un estado de conformismo que corta el vuelo y hace que se escondan nuestras alas. El tiempo de la ilusión y la esperanza se va esfumando, y quedan pocas fuerzas para soñar.