“Esta Palabra es de mucha importancia para estos últimos días en que vivimos. Ya que la mayoría de nosotros estamos tomando el cristianismo demasiado a la ligera, estamos jugando con fuego. Muchos no tienen la carga en su vida de obedecer el mandato de Dios: la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.
No te olvides que tú, desde el momento que te arrepientes de todo corazón, desde el momento que te acercas a Jesucristo, desde el momento que la sangre preciosa de Cristo te limpia de todo pecado, ahí estás empezando una vida espiritual. No quiere decir que con eso ya hayas logrado todo; el Señor te llama a un proceso de santificación, el Señor te llama a que tú crezcas en la fe.
¿Pero cuál fe? La fe verdadera que viene de Dios, esa fe verdadera que produce obras por Amor. Y la principal obra de la fe es la salvación de tu alma. ¿Y qué es la salvación de tu alma? Es tu santificación. Y no solamente la salvación de tu alma sino de todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo.
Y todos ahora tenemos que tomar conciencia de que estamos despreocupándonos de lo que el Señor quiere para nuestras vidas. ¿Y sabes qué es? Edificación espiritual, crecimiento continuo. No quiere decir que subas una, dos, tres, cuatro, cinco, seis gradas y te estanques; porque si te estancas estás muerto espiritualmente; porque el que está vivo espiritualmente crece y no se queda enano.
La casa donde estás tú, es la casa del Señor, es el templo del Dios Viviente, tú eres templo del Dios Viviente, el Espíritu Santo de Dios mora en nosotros.
Tú hasta ahora no has discernido que eres casa de Dios y todavía sigues viviendo y utilizando esta casa como si fuera tuya, andando siempre conforme a tus propios deseos, y no conforme a la Voluntad del que te ha llamado para que seas hecho semejante a la imagen de Jesucristo.
Por eso se está predicando el Evangelio del Reino a todas las naciones; no para que todas las naciones se conviertan, sino para que se recoja de en medio de las naciones un pueblo para su Nombre, un pueblo con un corazón presto, humillado, que quiere reedificar su casa, que no quiere tener su casa desierta, que quiere mantenerla llena del Espíritu Santo, en santidad, con frutos del Espíritu Santo.
El Señor quiere cambio y transformación en tu vida, ¡el Señor quiere que tú verdaderamente te arrepientas!, ¡que cambies totalmente de actitud!
¡Ya viene!, ¡ya viene!, ¡ya viene! ¡Jesús viene! ¡Aleluya!”.
Pr. Ricardo Claure Peñaloza
PARA QUE SU IGLESIA SE PREPARE… PARA TESTIMONIO A LAS NACIONES