“Abraham fue llamado por el Dios de la Biblia; y de la misma forma tú eres llamado por el Señor. Abraham siendo llamado fue obediente; y tú debes ser obediente. ¿Por qué? Por la fe. Abraham salió al lugar que Dios le iba a dar por heredad, pero sin saber a dónde iba. Y eso es lo que ocurre con nosotros: hemos sido llamados, y sin saber específicamente a dónde vamos, cómo vamos, en qué momento el Señor nos lleva, hemos sido obedientes. Sí, estamos caminando en esta tierra como extranjeros, estamos viviendo en tiendas terrenales así como Abraham, Isaac y Jacob en este cuerpo terrenal, en tabernáculos terrenales; pero esperamos, esperamos la ciudad cuyo fundamento y arquitecto y constructor es Dios.
Nosotros esperamos ese tabernáculo celestial, ese cuerpo glorificado que hemos de tener en el momento del arrebatamiento, en el momento de la resurrección de los muertos en que vamos a poder encontrarnos con el Señor cara a cara. Y en aquel día —como dice la Palabra— no vamos a preguntarle nada, vamos a estar en su Presencia, y esperamos estas promesas que el Señor ha escrito para nosotros en su Palabra por la fe.
Abraham vivió en tiendas terrenales en la tierra prometida como extranjero; a nosotros también el Señor nos ha ofrecido la tierra, esta tierra. Sí, vamos a reinar sobre ella. En este tiempo vivimos en tabernáculos terrenales, en cuerpos mortales. Dentro de poco vamos a recibir un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado, tabernáculos celestiales.
Es así que vemos a lo lejos, creemos, saludamos y confesamos que somos extranjeros y peregrinos en esta tierra, saludando la Patria celestial, creyendo, conforme a lo que dice su Palabra, que aquellos que actúan de esa forma: esperando, buscando, añorando, anhelando la Patria celestial; Dios no se avergüenza de ser llamado Dios nuestro”.
Pr. Ricardo Claure P.
PARA QUE SU IGLESIA SE PREPARE… PARA TESTIMONIO A LAS NACIONES.