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«Tú debes profundizar aún más el conocimiento de la Palabra. Hay ídolos en el aspecto espiritual que tienes que ver en tu corazón, hay imágenes que tienes en tu interior que están contaminando el templo de Dios, porque tú eres el templo de Dios. Y es por ello que necesitas entrar al templo para poder ver las imágenes que te están contaminando; entrar dentro de ti, de tu corazón.

Sabemos por la Escritura que el Templo de Dios está dividido en tres partes: el Atrio Exterior, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Y tú eres ese templo de Dios; tu atrio exterior es el cuerpo, el lugar santo es tu alma, y el lugar santísimo es tu espíritu donde mora el Espíritu Santo desde el día que fuiste regenerado en el Espíritu, desde el día que tú naciste del Espíritu.

Y sucede que cosas penosas del pasado, traumas, dolores, fornicaciones, adulterios, tal vez violaciones, o tantas otras cosas que están ahí en imágenes plasmadas en tu interior y están contaminando la casa, constantemente vuelven manifestando su presencia; y de esa manera sobreviene en ti: rabia, enojo, depresión, desesperación, autocondenación y tantas otras cosas que te quitan la vida que el Dios Eterno te ha dado.

Al ser templo del Dios Viviente, el Señor manifiesta promesas claras para aquellos que buscamos la limpieza del templo santo. Y aun Pablo se incluía en la limpieza, por eso él decía: “Limpiémonos de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando así la santidad en el temor de Dios”.

El Señor no quiere que toquemos lo inmundo, no quiere que estemos cohabitando en nuestro templo con fuerzas espirituales inmundas que están operando a través de las imágenes en el corazón del alma, que es la esencia del lugar santo, la esencia de tu personalidad, de tu ser. Tenemos que limpiar el templo de Dios, tenemos que limpiar la casa. Tú debes comprender y tener el fundamento claro de que las obras de la carne, los deseos de la carne, todo lo que proviene de la carne está íntimamente ligado a espíritus contaminantes. Y si hablamos de espíritus contaminantes, ¡estamos hablando de espíritus inmundos!, espíritus demoniacos que operan a través de la carne del corazón del hombre.

Debes dejarte llevar por el Espíritu Santo para que puedas ver lo heredado de los antepasados, los pecados de nuestros padres, las líneas de herencia que necesitan ser rotas con la sangre del Cordero, y limpiar tu vida de todo aquello que aún necesitas darle muerte de cruz en tu corazón, a fin de ser un templo de Dios limpio y preparado para toda buena obra».

Pr. Ricardo Claure Peñaloza

PARA QUE SU IGLESIA SE PREPARE… PARA TESTIMONIO A LAS NACIONES.