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«Es una bendición poder compartir Palabra de Dios, por cuanto el Señor permite que sea predicada, a fin de que tu espíritu pueda ser confrontado claramente por el Espíritu Santo en tu conciencia, y de esta manera tú puedas discernir claramente los pensamientos e intenciones de tu corazón.

Esta Palabra está dirigida por Dios directamente a tu vida, porque no es el hombre el que te está hablando ahora, porque esta Palabra no es mía; es el Espíritu Santo de Dios que a partir de este momento, si tú le permites, ha de retumbar en tu interior. ¡Esta Palabra, si tú le permites, a través de tu corazón ha de poder penetrar en tu interior!, y vas a poder conocer lo que el Señor quiere de tu vida, vas a poder conocer lo que ha estado aconteciendo en tu vida espiritual, tal vez en el último tiempo o tal vez toda tu vida.

En la Escritura, nos dice el Señor Jesús por el Espíritu Santo: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”.

Y es lo que el Señor Jesús ha estado haciendo todo este tiempo, ha estado hablándote por el Espíritu de Dios, ha estado haciendo que tú oigas su voz a través de aquel instrumento que Él tiene en tu interior: ¡tu conciencia! —tu conciencia regenerada que es función de tu espíritu—, y te ha estado haciendo saber aquellas cosas que han estado saliendo de tu corazón, aquellas cosas que han estado saliendo de la naturaleza caída que hay en tu vida, la naturaleza caída que hemos heredado desde Adán todos nosotros; porque yo no me excluyo. Por cuanto todos pecamos, estamos destituidos de la Gloria de Dios; mas podemos ser aceptos gratuitamente por su Gracia, por medio de la fe en su sangre, esa sangre derramada en la cruz del Calvario.

Por eso ahora tienes que abrir tu entendimiento, abre tus ojos espirituales y mira. Deja de mirar para afuera, deja de ser la conciencia de otros, es necesario que veas la viga primeramente en tu ojo, porque la salvación es personal. De esa manera podrás crecer en el Espíritu de Dios y dejarás de tener un corazón malo. Porque el pecado en el corazón endurece el corazón. Y un corazón endurecido es un corazón engañado. El pecado produce directamente engaño.

El corazón malo, es aquel corazón que se ha endurecido, es un corazón del cual salen manifestaciones de las obras de la carne. La conciencia se va manchando, se va cauterizando, ya no avisa, ya no da la señal de alarma; y por tanto el Espíritu Santo de contrista, y se aflige. Es ahí cuando la persona ha abandonado la guía del Espíritu de Dios, y empieza a actuar como cualquier otro impío, con su alma, con sus propios pensamientos, sentimientos y deseos y su propia voluntad. Tu alma no puede actuar por sí misma, tiene que estar sujeta al Espíritu Santo que vive en tu espíritu. Y aprendiendo a reconocer la voz de Dios en tu conciencia, inmediatamente que se esté formando algún pensamiento, va a ser confrontado claramente en base a lo que es el justo juicio de Dios, el Juez del universo, y en tu interior vas a saber, a través de una sensación ―¡porque ese es el lenguaje espiritual en tu interior, más adentro del alma!―, vas a poder saber si aquello le agrada a Dios o no le agrada a Dios, si aquello trae paz espiritual a tu vida o trae intranquilidad y te quita el reposo.

Y de esa manera tú tienes la decisión: obedecer a Aquel que quiere traer Vida y Paz a tu vida, o desobedecerle».

Pr. Ricardo Claure Peñaloza

PARA QUE SU IGLESIA SE PREPARE… PARA TESTIMONIO A LAS NACIONES