“La iglesia del Señor no está comprendiendo muchos aspectos y está tomando a la ligera la Palabra del Dios Viviente. Por esta razón empieza a tener muchos problemas espirituales, y de pronto le sobreviene debilidad espiritual y no puede vencer muchas áreas de pecado que hay en su interior; por más que se proponen en sus propias fuerzas, no consiguen bendición en sus vidas, no consiguen victoria.
Es necesario que tú puedas comprender la Palabra del Dios Todopoderoso, porque Él quiere hablar a tu vida, Él quiere transformar tu vida, ¡Él quiere enseñarte a vivir como siervo (a) de Dios!
La Palabra Viviente, el Verbo de Vida, Jesús de Nazareth, quiere que tú te abstengas de los deseos de la carne. Para ser siervo (a) de Dios, tienes que tener tu cuerpo en santidad, libre de fornicación. La Palabra “fornicación” viene de la palabra griega “porneia”, que implica toda actividad sexual fuera del matrimonio, y también implica perversiones sexuales dentro del matrimonio. Y eso es lo que ahora el Señor demanda de ti, que te abstengas de esos deseos carnales y de todo ese tipo de pecado: inmundicia, peleas, contiendas, odios, rencores, resentimientos, amarguras y otros pecados como estos. Porque esto te impide vivir como siervo, y andas constantemente en devaneos, en tibieza espiritual, y no puedes crecer, no puedes edificarte, no puedes siquiera comprender lo que es la Fuerza y el Poder sobrenatural que rige a los creyentes que han decidido vivir como siervos de Dios, y que les permite abstenerse de todos los deseos carnales: envidias, homicidios, orgías, celos, que destruyen vidas y familias.
Debes comprender que con tus fuerzas no vas a poder lograr abstenerte; tú necesitas una Fuerza interior que gobierne tu vida, y esa Fuerza interior no es más que el Poder del Espíritu Santo en tu interior.
El siervo de Dios tiene que comprender que la lucha no la lleva afuera, en el exterior; la lleva dentro, en el alma.
Tal vez, en este tiempo, no has estado viviendo conforme a la Voluntad de Dios, no te has estado absteniendo de los deseos carnales que batallan contra tu alma, y has caído muchas veces; te has tratado de levantar, pero ha permanecido la opresión, el dolor, la debilidad por el pecado en tu vida. No hay ganas de orar, no hay ganas de buscar al Señor.
Lo que el Señor quiere de cada uno, de todos nosotros, es que seamos santos en toda nuestra manera de vivir.
El siervo de Dios es libre porque ha permitido que el Señor se revele de tal modo en su vida, ha obrado de tal modo en su corazón, que ha roto las cadenas que lo ataban a la esclavitud del pecado, y está viviendo en santidad. Esa es la libertad del hijo de Dios: ¡libre de pecado! Para andar como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino viviendo como siervos de Dios”.
Pr. Ricardo Claure Peñaloza
PARA QUE SU IGLESIA SE PREPARE… PARA TESTIMONIO A TODAS LAS NACIONES