Lo que he encontrado después de un divorcio es la soledad de dejar ir la fantasía del amor que nunca fue; el dolor de darse cuenta de que la imaginación fue la protagonista y que la realidad no se vivió desde la presencia, sino desde las proyecciones.
La separación se produce porque no vemos a la otra persona, vivimos con un sueño, con expectativas, con mentiras que nos contamos a nosotros mismos.
Pero hay una esperanza... hay un pequeño logro al final del camino y es encontrar que el amor propio siempre estuvo ahí, escondido entre máscaras y confusión.