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Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

S. Juan 10:27‭-‬28 

Refugiados en Dios.

Los evangelios nos  relatan la verdad de Jesucristo y celebran el hecho de que Dios el Padre nos rescató y salvó para vida eterna y, nada ni nadie podrá arrebatarnos de su mano. Así El lo escribió y lo hará.

 Mientras estemos en este mundo tendremos problemas y aflicciones, Jesús prometió que Él sería nuestra torre fuerte, nuestro más alto escondite, nuestra fortaleza, nuestro refugio. 

El salmo 91 nos expresa lo que Dios está dispuesto a hacer por nosotros si decidimos hacer de Él nuestro refugio en medio de la tempestad:

El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente.  Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.  Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.  Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad.  No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,  Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.  Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.  Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos.  Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación,  No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.