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El ser el “siervo” de otro podría requerir que uno aguantara humildemente bajo penalidades, que soportara circunstancias desagradables. El que uno estuviera dispuesto a hacer esto o no estuviera dispuesto a ello demostraría lo genuino de su servicio a la persona a quien sirviera. A causa de que algunos tendían a menospreciar el valor de Pablo en comparación con otros, él presentó prueba de que era un siervo de buena fe de Cristo y de Dios. A los cristianos de Corinto, donde estaban situados algunos de sus detractores, escribió:según la versión popular “Queremos demostrar en todo que somos siervos de Dios, por nuestra mucha paciencia en aguantar sufrimientos, necesidades y dificultades; pues nos han azotado y encarcelado; hemos sufrido alborotos y trabajos muy duros; hemos estado sin dormir y hemos pasado hambres.”—2 Cor. 6:4, 5, VP.

 De los que lo menospreciaban, preguntó: “¿Son siervos de Cristo?” y entonces pasó a decir: “Yo lo soy más que ellos . . . Pues he trabajado más que ellos, he sido azotado más que ellos, me han encarcelado más, y muchas veces he estado en peligro de muerte. En cinco ocasiones los judíos me dieron el castigo de los treinta y nueve azotes. Tres veces me apalearon, y una vez me apedrearon. En tres ocasiones se hundió el barco en que yo viajaba, y una vez pasé una noche y un día en alta mar. He viajado mucho, y me he visto en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros entre mis paisanos y entre los extranjeros. Me he visto en peligros en la ciudad, en el campo y en el mar, y en peligros entre falsos hermanos. He tenido trabajos y dificultades; muchas veces he estado sin dormir; he sufrido hambre y sed; he ayunado mucho; he sufrido el frío y la falta de ropa.”—2 Cor. 11:23-27, VP.

 El testimonio del apóstol Pablo nos ayuda a tener el enfoque correcto ya autoevaluarnos en nuestro propio servicio,¿ somos nosotros siervos útiles?

 Realmente la evidencia del servicio genuino del apóstol Pablo dónde dice que no tiene nada de que jactarse en sí mismo sino en la obra maravillosa de Dios. Ningún vanagloriarse de logros impresionantes en los cuales enorgullecerse humanamente, como la construcción de edificios admirables; tampoco en haber atraído a grandes multitudes para que le oyeran hablar; ni tomar crédito personal por la maravillosa expansión que se había efectuado en la propagación de las buenas nuevas. Más bien, un registro de servicio humilde, como el de un siervo útil o servidor que, sin ninguna  ostentosidad, sale hasta en la oscuridad de la noche, desafiando tiempo, inclemencias, incomodidad y peligro, para efectuar algún mandado al cual lo envía su amo. Reflexionemos en esta mañana todo esto y evaluemos lo útil de nuestro propio servicio a Dios. Sin embargo, también podemos traer a nuestra memoria que Pablo además llamó atención a sus cartas de recomendación, .—2 Cor. 3:1-3.¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.