El Octavo Castigo, las langostas
Éxodo 10:1-20
Después de que los consejeros del Faraón hablaran con él, éste mandó a llamar a Moisés y a Aarón, les dijo que estaba bien, que fueran a adorar a Dios pero, no todos (otra vez el Faraón condicionando a Dios). Moisés le contesta, en el versículo 9, que todos ellos (israelitas) deben ir. El Faraón se burla de la respuesta de Moisés, le dice que si en realidad quieren ir a a adorar a Dios, que solo vayan los hombres, y no solo eso, también manda a sacar a Moisés y a Aarón del palacio (v.11), y ¿Que pasó?, Dios mandó a las langostas (saltamontes) por medio de un viento. A la mañana siguiente todo Egipto estaba lleno de saltamontes ¡Ni el suelo podía verse! (V. 15) y los saltamontes se comieron las plantas que habían sobrevivido al granizo.
Sí, el Faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón, aceptó que había pecado, pidió perdón, Moisés rogó a Dios para que
desaparecieran las langostas, y así fue, Dios mandó un viento muy fuerte y arrojó las langostas al Mar Muerto; pero el Faraón siguió terco, con el corazón endurecido, él únicamente había pedido perdón para que desaparecieran las langostas.
Así también hacemos nosotros, a veces, admitimos haber pecado, y pedimos perdón sabiendo que no vamos a cambiar, o solo nos acercamos a Dios hipócritamente cuando tenemos una necesidad, buscando un beneficio, o, buscamos únicamente la salvación, sin un arrepentimiento verdadero, sin amor o temor a Dios.
Cuidemos de no hacer eso, porque, es triste, cuando solo buscas a alguien por interés, no nos gusta que nos hagan eso ¿verdad?, entonces ¿Por qué lo hacemos con Dios? No lo volvamos a hacer, Dios nos ama de verdad, amemos a Dios de verdad entonces.
Dios te bendiga, gracias por leerme, escucharme, verme, de verdad espero que estemos no solo aprendiendo juntos, sino poniendo en práctica también la Palabra de Dios.
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