El segundo castigo, las ranas
Éxodo 8:1-15
Dios le dijo a Moisés que fuera otra vez a hablar con el Faraón (ya me imagino la cara de Moisés de 😒😆), le dijo que volviera a pedirle al Faraón que dejara ir a los israelitas, que, si no los dejaba ir, Él haría que todo Egipto se llenara de ranas, sí ¡ranas!, que habría ranas en todos lados, ¡hasta donde amasaban el pan! (TLA). Entonces fue Moisés (sí, ya aprendió la lección), entregó el mensaje y... sí, el Faraón se negó. Dios le dijo a Moisés que Aarón extendiera su vara sobre los ríos, lagos, arroyos y lagunas, así hizo Aarón y de todos los depósitos de agua salieron ranas. Los hechiceros del Faraón (como siempre) hicieron lo mismo, el Faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón y les dijo que le pidieran a Dios que quitara las ranas que ya no aguantaban, y que si Dios lo hacía, él dejaría ir a los israelitas.
Vaya, curioso este segundo castigo. Podemos ver que los hechiceros del Faraón hicieron lo mismo, así como con la vara convertida en serpiente (7:11), y el agua convertida en sangre (7:22), pero, no podían librarse de las ranas. Nuevamente se ve que el poder de Dios es supremo, tan supremo que, más adelante Moisés le pregunta al Faraón cuándo quiere que Dios desaparezca a las ranas, es decir que Dios podía hacerlo cuando quisiera, wow.
Tu diestra, oh Señor, es majestuosa en poder; Tu diestra, oh Señor, destroza al enemigo. Éxodo 15:6.
No hay nadie como Dios, poderoso, Omnipotente, nunca hubo y nunca habrá nadie como Él. Nadie.
Dios te bendiga.
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