Esta semana, nos metemos en la máquina del tiempo y apuntamos varias décadas atrás, cuando no existían los mentados universos cinematográficos, para ver películas había que ir al cine y todavía no existía el término «mamador». Repasamos dos de los debuts más influyentes y espectaculares de la historia del cine: THIEF (1981), de Michal Mann, y BLOOD SIMPLE (1984) de tus tíos JOEL e ETHAN COEN.
¡QUE SE SIENTA EL NEÓN Y SE HUELA LA PÓLVORA!
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