Si hemos sido testigos de esperanza, misericordia, gracia, salvación y de propósito de vida, debemos alumbrar a los demás para que ellos también lo sean en medio de un mundo en el que hace falta el sentido de Dios. Ser el resplandor de Dios en la tierra para personas desorientadas, que viven en crisis, en la oscuridad o en la penumbra existencial.