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Cuando ves un jugador que tiene talento, que realiza grandes acciones técnicas, te impresiona porque valoras la habilidad con la que juega al fútbol. Pero, cuando ves a alguien que:
Entonces te sientes identificado con esa persona. Luchar está a tu alcance, depende de ti. Es la condición básica para cualquier deportista que desea crecer.
El talento no está reñido con el esfuerzo. De hecho, ambos son necesarios para tener un equipo campeón. No gana el que marca el gol más bonito sino el que marca más.
Jugar con determinación
Por mucho talento que tengas, a veces las cosas se tuercen, no salen como queremos. En ese momento pueden ocurrir dos cosas:
Esto último es jugar con determinación.
Suelen distinguirse como tres tipos de jugadores:
Ojalá tu estés siempre entre este último grupo de jugadores, tan eficaces en un equipo por su determinación.
El peligro es no arriesgar
Si no arriesgas en el deporte, siempre serás un mediocre. Si entrenas y juegas como dormido, que parece que no te enteras, no pasarás de ser unos deportistas aficionado. Para conseguir la mayor parte de las cosas que deseas, tienes que asumir riesgos. Cuanto mayor es el logro, mayor es el riesgo que has asumido.
El miedo a fallar
Si las ventajas de arriesgar son tan claras ¿qué es lo que te frena para asumir riesgos? Hay muchos motivos pero esencialmente son el miedo y la necesidad de tener seguridad. Miedo a fallar, a no alcanzar el objetivo pese al esfuerzo realizado.
Pero en el mundo del deporte siempre llega el día en que todo el mundo debe aportar. Ese día, los jugadores que no arriesgan, desaparecen del mapa. No cometen errores en el partido, por supuesto, pero no arriesgar siempre pasa factura.
El riesgo te permite crecer y te hace sentirte vivo. Cuando arriesgas aceptas que, sin ser perfecto, quieres mejorar y crecer. Decides alcanzar algo que todavía no posees pero que tu determinación y coraje puede conseguir alcanzarlo.