La escritora Mariana Enriquez logra en esta historia que la vivienda sea un abismo, un espacio donde cobra vida lo inerte pero arrancándosela a alguien. Este terror medular narrado por una niña es doblemente pavoroso, y esa necesidad de ir más allá del conocimiento de nuestros pensamientos. Pero el miedo es más rápido y las fuerzas malignas en «La casa de Adela» reconocen el valor estético de la autora. Enriquez remueve las aguas a veces demasiado tranquilas de la literatura argentina y transforma los miedos básicos y deseos humanos en arte narrativo.