Madre, me has hecho reír, me has secado las lágrimas, me has abrazado muy fuerte, me has visto triunfar, me has visto fallar, me has llamado la atención cuando ha sido necesario, me has consentido, pero siempre me mantienes fuerte.
Mamá eres la promesa de Dios, la promesa de que tendré una protectora y una aliada siempre. Por todo eso, gracias.
Porque no hay amor como el que yo siento por ti, mamá; aunque a veces no te lo demuestre, aunque a veces no te lo diga, te quiero mucho, mamá.